sábado, 10 de mayo de 2014

Las luces de mi Vida...


MIS LUCES...


Desde que tuvo la más mínima sospecha, su primer sentimiento fue el miedo.

Miedo a perder la esbelta figura de una joven con solo una veintena de años. Miedo a no saber cómo cuidarme. Miedo a la vida. 

Ese fue el primer sentimiento de mi madre. El segundo fue la explosión de la felicidad, la mezcla inusitada de la alegría con el temor, de la esperanza con el terrible espanto del dolor.

Mi madre no tuvo dudas, en su vientre crecía una niña, aun cuando no era más que un pequeño ovulo recién fecundado. Pues para ella no cabían las dudas, ya se sentía mi madre.

Así como la mía, cada madre se olvida del dolor que causa desgarrar su cuerpo para sacar vida de su ser.

Son ellas quienes cambian su vida y la regalan a un nuevo ser.
Son ellas quienes no tendrán más tiempo para salir con sus amistades hasta altas horas de la noche, pues un bebé está en casa.

Ellas son las que olvidan que antes de nosotros, tenían tiempo para arreglarse el pelo, las uñas, para hacer visitas, para comer cualquier cosa por tal de no acercarse al fogón.

Ellas son quienes dieron vuelta a su reloj unos 360 grados y olvidaron quienes eran antes de nuestra llegada.

Más tarde cuando ese pequeño pedacito de vida comienza a crecer, cuando comencé a dar mis torpes y primeros pasitos, mi madre creció junto a mí, cada noche, todos los días.
La fiebre del primer diente la desveló por completo. 

La primera vez que me quedé sola en la escuela, estoy segura que el día se le volvió eterno, y sé, que lloro más ella que yo misma.

Así cada uno de mis años de vida, fueron dejando las marcas permanentes de mis actos, buenos y malos.

Es mi mami, quien se ponía más nerviosa cuando yo presentaba un examen, cuando sufrí el primer novio o cuando saltaba de felicidad, ella salta el doble.
Ella es la que se queda despierta hasta que llego a la media noche, y sé que no es para controlarme sino para asegurarse que estoy bien.

Así es mi madre, y con toda seguridad  es también la tuya. La misma que habla d su niña, aunque eres mayor, la que se preocupa si te alimentas, si duermes. Esa que continúa comprándote ropas y zapatos, incluso cuando trabajas y ya no vives con ella.

Así es mi mami… esa con la que debo hablar cada dos horas, pues la extraño, a la que debo darle un beso antes de dormir.

Y eso que aún no les cuento de mi abuelita, esa a quien nunca le he dicho "abuela", ella es mi mami, mi confidente fiel, mi mejor impulso para todo. La luz más certera y nunca, nunca distante. Ellas con mi mejor alegría, mi mejor opción, las que sé que jamás me fallarán, porque no son solo mi soprte sino mi luz y guía, las amo.

Mañana es otro día de las madres según el calendario, pero realmente todos deberían ser sus días, pues para ellas no dejamos de ser sus hijos nunca.

Para todas las madres el mejor regalo, es ese que ellas mismas trajeron al mundo llenas de miedos y de ilusiones.

Sé que como mi madre lo sintió cuando lo supo, yo lo sabré algún día, mientras tanto le doy un beso y como siempre le digo, te amo mamita.

jueves, 8 de mayo de 2014

NO choques conmigo!!!!



Hace uno días sin querer, me tocó chocar, una vez más con El Elefante...

El elefante chocó conmigo, me apretujó entre sus grandes patas y después de dejarme hecha y desastre. Me abandonó allí, en la misma habitación donde lo encontré hace unos años.

Sí, en la misma habitación donde descubrí que por mucho que te esfuerces, nunca es suficiente. Siempre está el que cree que puedes dar más por el simple hecho de dar más.

Soy de las que cree que lo retos son parte de una gran escalera que te ayuda a... ascender o a caer en el vacío; pero un poquito de por favor cómo dice alguien que conozco. 

Presionar no es ayudar y mucho menos superar, es molestar. Y dicho así, en buen cubano, es solo lo que hacen.
Y si pluralizo, es porque no quiero herir susceptibilidades, desgarrando malas obras con bautizos. 

Y les juro que eso no es lo que más me molesta, sino la incapacidad de sacarlo a la luz del sol. Al contrario, es divino ver cómo se crean velos de oscuridad… Pero, ¿quien soy yo para hacerlo?

Creo que mejor hago cómo Melendi, y espero a que el cielo espere sentaó quizás, después de eso mi elefante salga de su habitación donde todos lo ven y nadie lo menciona, lo toma en cuenta.

Y… yo, lo único que quiero es que no choque más conmigo.