MIS LUCES...
Desde que tuvo la
más mínima sospecha, su primer sentimiento fue el miedo.
Miedo a perder la
esbelta figura de una joven con solo una veintena de años. Miedo a no saber
cómo cuidarme. Miedo a la vida.
Ese fue el primer
sentimiento de mi madre. El segundo fue la explosión de la felicidad, la mezcla
inusitada de la alegría con el temor, de la esperanza con el terrible espanto
del dolor.
Mi madre no tuvo dudas, en su vientre crecía una niña, aun cuando no era
más que un pequeño ovulo recién fecundado. Pues para ella no cabían las dudas,
ya se sentía mi madre.
Así como la mía,
cada madre se olvida del dolor que causa desgarrar su cuerpo para sacar vida de
su ser.
Son ellas quienes
cambian su vida y la regalan a un nuevo ser.
Son ellas quienes
no tendrán más tiempo para salir con sus amistades hasta altas horas de la
noche, pues un bebé está en casa.
Ellas son las que
olvidan que antes de nosotros, tenían tiempo para arreglarse el pelo, las uñas,
para hacer visitas, para comer cualquier cosa por tal de no acercarse al fogón.
Ellas son quienes
dieron vuelta a su reloj unos 360 grados y olvidaron quienes eran antes de
nuestra llegada.
Más tarde cuando
ese pequeño pedacito de vida comienza a crecer, cuando comencé a dar mis torpes
y primeros pasitos, mi madre creció junto a mí, cada noche, todos los días.
La fiebre del
primer diente la desveló por completo.
La primera vez que
me quedé sola en la escuela, estoy segura que el día se le volvió eterno, y sé,
que lloro más ella que yo misma.
Así cada uno de mis
años de vida, fueron dejando las marcas permanentes de mis actos, buenos y
malos.
Es mi mami, quien
se ponía más nerviosa cuando yo presentaba un examen, cuando sufrí el primer
novio o cuando saltaba de felicidad, ella salta el doble.
Ella es la que se
queda despierta hasta que llego a la media noche, y sé que no es para
controlarme sino para asegurarse que estoy bien.
Así es mi madre, y
con toda seguridad es también la tuya.
La misma que habla d su niña, aunque eres mayor, la que se preocupa si te
alimentas, si duermes. Esa que continúa comprándote ropas y zapatos, incluso
cuando trabajas y ya no vives con ella.
Así es mi mami… esa
con la que debo hablar cada dos horas, pues la extraño, a la que debo darle un
beso antes de dormir.
Y eso que aún no les cuento de mi abuelita, esa a quien nunca le he dicho "abuela", ella es mi mami, mi confidente fiel, mi mejor impulso para todo. La luz más certera y nunca, nunca distante. Ellas con mi mejor alegría, mi mejor opción, las que sé que jamás me fallarán, porque no son solo mi soprte sino mi luz y guía, las amo.
Mañana es otro día
de las madres según el calendario, pero realmente todos deberían ser sus días,
pues para ellas no dejamos de ser sus hijos nunca.
Para todas las
madres el mejor regalo, es ese que ellas mismas trajeron al mundo llenas de
miedos y de ilusiones.
Sé que como mi
madre lo sintió cuando lo supo, yo lo sabré algún día, mientras tanto le doy un
beso y como siempre le digo, te amo mamita.